
Muchos corredores entrenan fuerte pero descuidan su alimentación. Descubre los errores más comunes en la nutrición runner y aprende cómo evitarlos para rendir más y recuperarte mejor.
Para muchos corredores, la alimentación sigue siendo una asignatura pendiente. Se planifica cada kilómetro del entrenamiento, se cuidan los ritmos, se eligen las zapatillas adecuadas… pero la nutrición, ese pilar silencioso que sostiene todo el rendimiento, a menudo se deja al azar.
Y no es un detalle menor. Comer mal o de forma inadecuada puede hacerte sentir más cansado, disminuir tu capacidad de recuperación, aumentar el riesgo de lesiones y hasta arruinar una carrera que venías preparando con meses de esfuerzo.
Desde Ruta Running, recopilamos los errores más frecuentes que cometen los runners, desde principiantes hasta experimentados, cuando se trata de comer y beber para correr. Porque alimentarse bien no es comer “light”: es comer con propósito.
El mito del “menos es más” sigue muy vivo entre los corredores recreativos. Muchos piensan que reducir calorías o entrenar en ayuno los hará más ligeros o rápidos. Pero la realidad es otra: el cuerpo sin energía no puede rendir.
Cuando te saltas comidas, tus reservas de glucógeno se agotan y el cuerpo empieza a degradar músculo para obtener combustible. El resultado: te sientes débil, tu rendimiento cae y tu recuperación se alarga más de lo necesario.
Comer antes de correr no te resta, te potencia. Si no toleras grandes comidas, prueba algo simple: una banana, un puñado de frutos secos o un yogurt natural con miel. Y después del entrenamiento, dale al cuerpo lo que necesita: proteínas para reparar y carbohidratos para reponer. Un sándwich de pollo o un batido casero con avena y fruta puede marcar la diferencia.
Batidos, barritas, geles, polvos milagrosos… La industria deportiva ofrece un arsenal de opciones, pero muchos corredores terminan creyendo que todo lo “fit” es bueno. Lo cierto es que abusar de estos productos puede generar desequilibrios nutricionales, sobre todo si sustituyen comidas completas.
Los suplementos son eso: un complemento, no una base. Un runner que se alimenta solo de proteínas en polvo y bebidas isotónicas pierde lo más valioso de la comida real: la fibra, los antioxidantes, los minerales y las enzimas naturales que el cuerpo necesita para funcionar.
Usa los suplementos con criterio y, preferiblemente, con orientación profesional. Prioriza siempre los alimentos frescos: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y proteínas magras. Una dieta variada y natural siempre será tu mejor “plan nutricional”.
Otro error clásico: hidratarse solo cuando el cuerpo lo pide. La sed llega tarde. Cuando la sientes, ya perdiste entre 1% y 2% del peso corporal en líquidos, lo que puede afectar tu rendimiento de manera significativa.
La deshidratación no solo causa fatiga. También eleva la temperatura corporal, aumenta la frecuencia cardíaca y puede llevarte a sufrir calambres, mareos o incluso golpes de calor en días exigentes.
La hidratación empieza mucho antes del entrenamiento. Bebe agua de manera constante durante el día, no solo cuando entrenes. Antes de salir, toma entre 400 y 600 ml. Durante la carrera, hidrátate cada 20 minutos (o según tu sudoración). Después, recupera líquidos con agua o bebidas con electrolitos si el esfuerzo fue largo o intenso.
Correr con el estómago lleno es una receta para el desastre. Los movimientos y el impacto del running pueden provocar molestias, náuseas o esa temida sensación de “pesadez” que te obliga a bajar el ritmo o detenerte.
A veces, por miedo a quedarse sin energía, los corredores comen demasiado o eligen alimentos equivocados justo antes de entrenar: frituras, lácteos, o alimentos con mucha fibra que dificultan la digestión.

Molestia estomacal de runner – Crédito: Freepik
Come entre dos y tres horas antes del entrenamiento principal. Opta por alimentos fáciles de digerir: pan blanco, frutas, arroz o avena cocida. Si tienes hambre antes de correr, un pequeño snack, como una tostada con miel o medio plátano, puede ayudarte sin causar molestias.
El entrenamiento no termina cuando cruzas la meta ni cuando paras el cronómetro. La recuperación es parte fundamental del proceso, y lo que comes después determina cuánto tardas en volver a sentirte fuerte.
No reponer energía después de correr puede hacer que llegues cansado al siguiente entrenamiento o incluso que pierdas masa muscular.
Aprovecha la “ventana metabólica” de los primeros 30 a 60 minutos post entrenamiento. Allí, el cuerpo absorbe mejor los nutrientes. Combina carbohidratos y proteínas: un batido con leche, banana y avena, o un plato de arroz con pollo, son opciones efectivas y naturales.
Tu cuerpo no necesita lo mismo en una semana de descarga que en una de fondo largo o repeticiones intensas. Sin embargo, muchos runners mantienen una dieta rígida, ignorando la variación en su gasto energético.
Ajusta tus porciones y la cantidad de carbohidratos según el tipo de entrenamiento. En días de alta carga, aumenta las porciones de cereales, frutas o pastas; en días de descanso, reduce un poco las calorías, pero sin eliminarlas por completo. El equilibrio y la flexibilidad son claves para un rendimiento sostenible.
Comer tarde, en exceso o con alimentos pesados antes de dormir puede alterar el sueño y dificultar la recuperación muscular. Muchos corredores no lo notan, pero una mala noche repetida varias veces puede sabotear todo un plan de entrenamiento.
Cena ligero, al menos dos horas antes de dormir, y prioriza proteínas magras (pescado, huevo, pollo) junto con verduras o cereales integrales. Dormir bien también es parte del rendimiento, y la digestión influye más de lo que parece.
En el mundo del running, se habla mucho de ritmos, kilómetros y marcas personales. Pero detrás de cada corredor que mejora hay un cuerpo bien alimentado. La comida es energía, pero también es salud, prevención y constancia.
| Error común | Consecuencias | Cómo evitarlo |
|---|---|---|
| Saltarse comidas para “bajar de peso” | Fatiga, pérdida de masa muscular, bajo rendimiento | Come antes de correr y repón después. Prefiere snacks ligeros como banana, yogurt o avena. |
| Abusar de suplementos o productos “fitness” | Déficit de nutrientes, digestiones pesadas | Prioriza alimentos reales: frutas, verduras, legumbres y proteínas magras. Usa suplementos con criterio. |
| No hidratarse correctamente | Calambres, fatiga, pérdida de rendimiento | Bebe agua antes, durante y después del entrenamiento. No esperes a tener sed. |
| Comer demasiado cerca del entrenamiento | Molestias digestivas, náuseas, pesadez | Come 2–3 horas antes de correr. Opta por alimentos de fácil digestión. |
| No comer después de entrenar | Mala recuperación, agotamiento muscular | Aprovecha la ventana de 30–60 minutos post carrera. Combina proteínas y carbohidratos. |
| No ajustar la dieta según la carga de entrenamiento | Desequilibrios energéticos, estancamiento | Varía porciones y tipo de alimentos según la intensidad semanal. |
| Comer pesado antes de dormir | Sueño interrumpido, recuperación deficiente | Cena ligero y temprano. Prefiere proteínas magras y verduras cocidas. |
Evitar estos errores no significa volverse “obsesivo” con la dieta, sino aprender a escuchar al cuerpo y darle lo que realmente necesita. Una alimentación equilibrada no solo mejora el rendimiento, también transforma la experiencia de correr: te hace sentir más fuerte, más liviano y más conectado con cada paso.
En Ruta Running, creemos que comer bien no es una moda, sino una herramienta poderosa para disfrutar más del camino. Porque al final, los kilómetros se corren con las piernas… pero se ganan con la cabeza, el corazón y lo que eliges poner en tu plato.